El Tchocolatl, o chocolate,
que es como lo llamaron los primeros descubridores españoles, era una bebida
considerada de Dioses, ya conocida por los Mayas alrededor del siglo IV a. de
C. Los aztecas, creían que las semillas del cacao eran Quetzalcoatl, la personificación
del Dios de la sabiduría y tenía tanto valor que lo hacían servir como monedas
de cambio.
Era un líquido amargo y
espumoso, mezclado con especias, vino o puré de maíz, y se tomaba frío. Se le
otorgaban poderes afrodisíacos y de fuerza por sus componentes estimulantes.
Sólo a partir de su llegada
a España en el siglo XVI, fue cuando se le añadió azúcar y cuando se hizo
popular, primero entre las clases dominantes y después entre el pueblo. En el
siglo XVII, se fundó en Londres el primer comercio del chocolate, en el siglo
XVIII en los Estados Unidos, la primera fábrica, y en el siglo XIX, en Suiza,
la primera fábrica de chocolate con leche en pastillas.
Ya en el siglo XX, se valoró
como alimento básico y era imprescindible en las raciones de los soldados en la
guerra.
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